A pesar de la disminución de la incidencia del cáncer de cuello uterino en nuestro país y la aparición de estrategias efectivas que previenen esta enfermedad como los programas de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano y la mejoría de la detección temprana, esta enfermedad sigue presentando en nuestro medio una alta incidencia y en casos de diagnóstico tardío una importante mortalidad.
A mediados del siglo pasado, aparece la citología cérvico-vaginal como un método de detección del cáncer de cuello uterino, y progresivamente se consolida no sólo para el diagnóstico precoz de esta enfermedad, sino también como método de detección de cambios pre-malignos, los cuales no producen manifestaciones en las mujeres pero que tratados a tiempo evitan su progresión a cáncer de cuello uterino.
Hacia finales del siglo pasado se descubre el Virus del Papiloma Humano (VPH) como factor necesario para el desarrollo del cáncer de cuello uterino. Este importante descubrimiento, hace que su detección en el cuello del útero se vuelva otra herramienta para la detección de cambios pre-malignos. Actualmente la combinación de ambas pruebas se ha convertido en el estándar para la detección de estos cambios.